Quienes me conocen saben que me encantan los rosarios y que desde hace algún tiempo, los colecciono, así que, cuando la familia y amigos/as se van de viaje, siempre se acuerdan y me traen uno. Sin embargo, desconocía su origen, hasta estos días que mientras leía Come, reza, ama, de Elizabeth Gilbert (lectura que recomiendo), me llegó la respuesta... dice así: "Al viajar por la India se ve mucha gente con abalorios colgados del cuello... Estos collares de cuentas se llaman japa malas. En India los hindúes y budistas devotos los usan desde hace siglos para mantenerse concentrados durante sus meditaciones religiosas. El collar se sostiene en la mano y se toca una cuenta cada vez que se repite un mantra. En la Edad Media, cuando los cruzados llegaron a Oriente durante las guerras santas, vieron a los devotos rezar con sus japa malas y, admirados, llevaron la idea a Europa, donde se convirtió en el rosario".
Éste es el último que me han regalado, traído de Tierra Santa. Las cuentas son de olivo.
Este otro perteneció a mi abuela Carmen, de ahí que sea uno de mis preferidos.
Éste de perlas vino de Roma.
Éste se lo agradezco a mis padres, me lo trajeron de Caravaca de la Cruz, Murcia.
Éste es de Madrid.
Este otro perteneció a mi abuela Carmen, de ahí que sea uno de mis preferidos.
Éste de perlas vino de Roma.
Éste se lo agradezco a mis padres, me lo trajeron de Caravaca de la Cruz, Murcia.
Éste es de Madrid.
Las cruces de los distintos rosarios, diferentes en su forma, no en su significado. Las palabras «cruz» y «crucifijo» (‘fijado a la cruz’, una cruz con la imagen de Cristo en ella) provienen de las derivaciones del verbo latino cruciare, que significa ‘torturar’.